El hierro es un mineral esencial para nuestro organismo, desempeñando un papel crucial en funciones como el transporte de oxígeno y la producción de energía. Sin embargo, la forma en que obtenemos este mineral también es relevante, pudiendo ser orgánico o inorgánico.

El hierro inorgánico (sulfato ferroso, óxido ferroso) comúnmente encontrado en fármacos, puede tener tasas de absorción más bajas y, en algunos casos, causar problemas digestivos, náuseas, ardor, dolor de tripa, estreñimiento…

En contraste, el hierro orgánico (gluconato o bisglicinato de hierro) proviene de fuentes naturales, pudiéndose obtener hierro ferroso, cuyo origen es animal y su tasa de absorción es más alta y hierro férrico, de origen vegetal (espinacas, legumbres..) cuya tasa de absorción es menor necesitandose vitamina C para mejorar su absorción.

Para aquellos que buscan mejorar sus niveles de hierro, especialmente aquellos propensos a la deficiencia, la elección de fuentes orgánicas puede marcar la diferencia. Además, el hierro orgánico, procedente de alimentos ricos en hierro, generalmente se tolera mejor y es una forma más fácilmente asimilable para el cuerpo, reduciendo la probabilidad de efectos secundarios gastrointestinales comunes con suplementos inorgánicos.

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