TODO LO QUE NECESITAS SABER SOBRE LA LACTOSA

La lactosa es el hidrato de carbono de la leche y se compone de dos moléculas, glucosa y galactosa. Como todos los hidratos de carbono que ingerimos tenemos que metabolizarlo, esto significa que hay que romper la molécula para poder aprovechar la glucosa y la galactosa y para ello, necesitamos enzimas, las enzimas son proteínas especializadas en acelerar reacciones químicas, en concreto la enzima que se encarga de digerir la lactosa es la enzima lactasa.

Esta enzima digiere la lactosa y la convierte en glucosa + galactosa, una vez que ya está digerida absorbemos estos monosacáridos en nuestro intestino sin problema.

El cuerpo es capaz de generar el enzima lactasa cuando somos bebés y la base de nuestra alimentación es la leche, pero con el tiempo dejamos de generar esta enzima, lo que puede generar intolerancia.

Esto se convierte en un problema si seguimos tomando leche, ya que nos va a costar más digerirla, cuando llega a la parte inferior de nuestro intestino fermenta por distintas bacterias, esto puede producir problemas como meteorismo, flatulencia y diarrea, es lo que se conoce como intolerancia la lactosa.

A veces sólo existe una ligera intolerancia a la lactosa que pasa desapercibida, pero que poco a poco pueden aparecer otros síntomas. Esta intolerancia a la lactosa puede ser la responsable de otros desajustes en el cuerpo como irritación intestinal, o alteración en el sistema inmune, provocando alergias cuando nunca antes las había habido o problemas de piel…. Los síntomas no son solo digestivos.

La enzima lactasa va desapareciendo con la edad más o menos rápidamente según la raza. En los pueblos de color, que tradicionalmente no han sido consumidores de leche, la pérdida es total en torno a los tres años, mientras que en la raza blanca va disminuyendo lentamente a partir de los 3 años, prolongándose en los habitantes de países tradicionalmente muy consumidores de leche.

Hay una relación muy directa entre la enzima lactasa que hidroliza la lactosa y la melanina responsable del color de la piel. Cuanto mayor sea la concentración de melanina, menor es la de lactasa. Los hombres que viven en las regiones frías del planeta, tienen la piel más blanca para aprovechar con eficacia, las escasas radiaciones solares a lo largo del año y de este modo sintetizar la vitamina D imprescindible para la fijación del calcio en su organismo, también son los que tradicionalmente consumen más leche.

No hay que perder de vista que durante la mayor parte de nuestra evolución no tomamos leche de otra especie, y hace menos de 10.000 años, con la ‘invención’ de la agricultura y la ganadería, la leche de otros animales empezó a ser parte de nuestra dieta, pero sólo en ciertas zonas geográficas.

Si crees que la leche no te sientan muy bien, prueba productos fermentados, como quesos o yogures. El proceso de fermentación destruye gran parte de la lactosa y hace que estos o derivados lácteos sean más fáciles de digerir que la leche. Además los probióticos de los productos fermentados (yogurt o kéfir) tienen un efecto positivo en la flora intestinal.

En este artículo nos hemos centrado en la lactosa, pero este no es el único componente de la leche que interfiere en nuestra salud, la caseína, las hormonas propias de la leche o su grasa también puede ser el origen de una intolerancia y/o un obstáculo para que nuestro cuerpo funcione correctamente.

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